Las primeras elecciones democráticas en España se celebraron el 15 de junio del año 1977. Cuarenta y un años después de las últimas elecciones generales durante la segunda república los españoles pudieron volver a decidir su destino en las urnas. La gran mayoría apostó por los partidos de centro derecha y centro izquierda. A estas elecciones asistieron todos los partidos políticos, los cuales habían sido legalizados meses antes, y tuvo una alta participación con un 78, 83%.
Adolfo Suárez, fue nombrado por el rey presidente del gobierno el día 3 de julio de 1976. Su propósito fue que se hiciese cargo de la reforma política y de esta forma se convirtió en el líder de la Unión Centro Democrático, que ganó las elecciones quedándose a unos escaños de la mayoría absoluta.
En esa época, desde 1974, Felipe González lideró el PSOE y obtuvo la segunda posición con casi 120 escaños. Le arrebató la hegemonía en la izquierda al PCE, partido que se había distinguido por su lucha contra el franquismo, y que liderado por Santiago Carrillo obtuvo el tercer puesto con 19 diputados.
A la derecha de la UCD, Manuel Fraga, quien fue ministro de información y turismo durante el desarrollismo franquista y, posteriormente, vicepresidente y ministro de Interior del primer gobierno del rey Juan Carlos, lideró la Federación de Partidos de Alianza Popular que obtuvo 16 diputados. Por otro lado, el PSP del profesor Enrique Tierno Galván que concurrió a las elecciones con varios partidos que habían formado parte de la Federación de Partidos Socialistas, bajo el nombre Unidad Socialista, obtuvo 6 escaños. Al contrario de los otros, la Federación de la Democracia Cristiana, liderada por Joaquín Ruiz-Giménez se estrelló en las elecciones. La ultra derecha no obtuvo ningún escaño.
Ninguno de los tradicionales partidos republicanos, a excepción del Partido Comunista, ni sus herederos (Izquierda Republicana, Acción Republicana Democrática Española, Esquerra Republicana de Catalunya) pudieron participar en estas elecciones, ya que no se les concedió la legalidad hasta unos meses después de las elecciones.
Varios partidos nacionalistas, destacando los catalanes y vascos, obtuvieron representación parlamentaria. Las Cortes resultantes son las que redactaron poco después la Constitución de 1978.
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